La ciudad imperial de Marrakech
La estancia en esta ciudad fue corta, pero exprimida hasta la última gota. De hecho es curioso que un país que tenemos tan cercano sea a la vez tan desconocido, y ya de paso tan infravalorado.
- Alojamiento: Riad Massin
- Precio: 10 euros la cama.
- Apuntes: un riad es un hotel con patio interior. Este riad del siglo XIX es muy familiar ya que sólo tiene 5 habitaciones. El personal que lo regenta es muy servicial, servicio intachable.
La ciudad es comúnmente llamada “Medina Al-Ham’ra” (la ciudad roja), por el color de sus edificaciones. Con casi 1.500.000 habitantes es la ciudad más grande del sur del país. A las puertas de la gran cordillera Atlas, el cual se vislumbra al horizonte. Y más allá, el desierto del Sáhara.
Puede que Marrakech no tenga grandes monumentos, pero es una ciudad con muchísimo encanto. De hecho su plaza principal Djemaa el-Fna está considerada desde 2001 patrimonio de la UNESCO. ¿La razón? la gran cantidad de espectáculos que se pueden ver: cuentacuentos, acróbatas, encantadores de serpientes…
Esta plaza llega a su esplendor al anochecer, cuando se llena de decenas de puestos de comida ambulante.
Sin embargo la ciudad tiene otros lugares con encanto, como el Zoco de Marrakech. Allí podrás disfrutar del regateo, si es lo tuyo
Otros puntos de interés son los Jardines de Menara, o las Tumbas Saadíes, o la La Koutoubia de Marrakech, inspiración de la Giralda de Sevilla.
El Gran Atlas
Para nosotros Marrakech era el inicio de nuestro pequeño viaje hacia el Sáhara. Por ese motivo al día siguiente tomamos un mini bus para cruzar la gran cadena montañosa de África. El Atlas llega a los 4.200 metros de altura. A través de sinuosas carreteras se pasa por un paisaje de piedra desnuda imponente.
El desierto del Sáhara
Tras una soberana paliza llegamos al fin de la carretera, ya no hay más que dunas, dunas y más dunas. A 60 km de la frontera con Argelia M’Hamid es el punto más recóndito hasta el que pudimos llegar. Aquí nos alojamos en una Haima, y junto con los bereberes pasamos una noche diferente. No todos los días puedes estar en el desierto del Sáhara, dar una vuelta con camellos y por la noche tirarte por las dunas.
El fértil Valle del Draa
Una kasbah es un espacio fortificado de origen bereber. La fortificación no se utilizaba solamente para defenderse de otros pueblos, sino que también como protección frente a tormentas de arena. También servía para refugiarse del frío extremo que puede hacer en la noche.
A Uarzazat también se le llama la puerta del desierto, y no es para menos ya que está al lado. Además, en sus alrededores es posible visitar los Studios Atlas. Estos escenarios de cine sirvieron para innumerable películas, desde Asterix al regreso de la momia.
Aït Benhaddou
Probablemente la Kasbah mejor conservada de Marruecos. En parte gracias a la financiación que ha recibido por parte de productoras de cine para su reconstrucción. Protegida por la UNESCO se piensa que fue construida por los almorávides en el siglo XI. Aquí se han rodado infinidad de películas, desde «Lawrence de Arabia» a «Gladiator».
Curiosidades del viaje
Coca Cola, Pepsi, Fanta, el símbolo de la farmacia… todo cambia allí
Alehop, ya sé leer la lata de Coca-Cola en árabe. Pone Kuka-Kula! 😉
En serio, no me hubiese importado pasar estos días con vosotros. Veo que os han cundido, y las fotos…una pasada!
Para cuando el próximo?