Bolivia, Potosí y las minas

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Vale más que un Potosí

Potosí, patrimonio de la UNESCO. Una ciudad que tuvo uno de los pasados más esplendorosos de América, que ayudó a impulsar el renacimiento y a financiar la “Armada invencible” española. Sus calles estaban pavimentadas con adoquines de plata. Sus casonas, patios y fiestas se encontraban entre las más importantes del mundo. Hoy en día, está sumido en la pobreza.

Los conquistadores españoles se fijaron enseguida en los minerales que se podían sacar de los alrededores de Potosí. Sobretodo en las enormes cantidades de plata que tenía el “Cerro Rico”, a tan sólo 3 Km. de la ciudad.

Potosí sustentó la economía de España por más de dos siglos, y no es para menos, se comenta que con la plata que se extrajo de las minas se podía construir un puente de América a Europa, por algo el dicho “Vale un Potosí”.

Se estima que de aquí el imperio español extrajo dos mil millones de onzas de plata (En algunos artículos se habla de 50.000 millones de dólares). Pero también se podría crear otro puente con los huesos de los esclavos que murieron en las minas. Y de los que aún mueren.

Cambiando de tema una curiosidad, es una de las ciudades más altas del mundo, ya que está a 4.060 metros sobre el nivel del mar. Cualquier esfuerzo que se realiza en Potosí si no se está acostumbrado, agota.

¿Dónde alojarse?

  • Alojamiento: Casona Potosí Hostel
  • Precio: 8 euros
  • Apuntes: de los mismos dueños que el Hostel de Sucre Amigo. No lo recomiendo, desayuno escaso, cocina mal equipada y hasta tienes que tener tu propio papel higiénico.

La Casa Nacional de la Moneda

El auge de Potosí y sus minas de plata, hizo indispensable la acuñación del precioso metal en la misma ciudad. De ahí la importancia de esta casa, que mantiene en el museo la máquina que fue traída expresamente desde Austria para estas operaciones.

El centro histórico

Al igual que la mayoría de las ciudades bolivianas el centro de la ciudad es de estilo colonial, muy bien conservado.

Algunas recomendaciones en el centro:

  • Café La Plata. Se encuentra en la plaza central 10 de noviembre (fecha de la liberación de los españoles en 1810) está muy bien y es centro de reunión.
  • Genial es la Pizzeria El Mana… las mejores en horno de leña.
  • Restaurante-bar La Casina… genial para tomarte unos tragos como para cenar.
  • El mejor cuero te lo hacen en Kullama. Lo que quieras y como quieras. Desde zapatos, hasta chaleco hasta anillos de plata del cerro.

La reconciliación

Y es que no es para menos. España hizo estragos en América, y Potosí tiene uno de los pasados más negros de la conquista. ¡Ah! Cuando me refiero a España me refiero a TODOS. Y de aquí por supuesto no se salva ni el apuntador, ya sean de Castilla, del País Vasco o de Cataluña. Ahí quedan Irala, Francisco de Ibarra, Pedro Olañeta, Pedro de Ursúa, y por supuesto el querido en América “El tirano” Lope de Aguirre.

El cerro rico

Con sus cerca de 4.800 metros, el Cerro Rico, o Sumaq Orcko en Quechua se alza imponente, dando a entender que es el alma de la ciudad. Sus casas coloniales, patios e iglesias no tendrían razón de ser sin esta enorme mole rojiza, que genera toda la riqueza de la ciudad.

Hasta 1985 la explotación estaba a cargo del gobierno, pero hubo una gran crisis provocada por Estados Unidos. En los años 80 compró grandes cantidades de estaño a Bolivia acumulando una gran reserva. Después la sacó al mercado hundiendo los precios de todos los competidores.

Ahora la explotación esta a cargo de cooperativistas, se supone que en el cerro hay más de 400 minas y unos 15.000 trabajadores en condiciones infrahumanas. Las minas se pueden visitar, hay decenas de agencias que gestionan visitas a la mina, por eso no hay problema.

Una visita a las minas, el corazón de la bestia

La razón de ser de Potosí ha sido siempre la minería. Y no es para menos ya que del Cerro Rico de Potosí se llevan sacando minerales desde los tiempos de la conquista.

Se supone que adentro aún queda más plata de la que se ha explotado en estos cinco siglos, aparte de otros minerales como el estaño, plomo y cinc. En los últimos tiempos, la discusión se ha centrado en la forma de explotación de los futuros yacimientos: cortar la cima, con mayores beneficios económicos, pero desfigurando la montaña o preservar su perfil, perforando una galería horizontal hasta el bolsón de minerales que se pretende explotar.

La forma más barata de explotación sería a cielo abierto. El corte por arriba comiéndose la punta de un cerro que es un símbolo nacional. Eso los potosinos no lo admiten, ya que el 97% de ellos manifiestan que preferían morir de hambre antes que perder el perfil del Cerro y, con él, el título de Patrimonio de la Humanidad. El proyecto de abrir una galería horizontal reúne consenso y es el que aconseja la UNESCO, pero también es la forma más cara para un país que no tiene dinero ilimitado.

El Cerro Rico a parte de ser la imagen indiscutible de Potosí hace de pantalla a los vientos provenientes de Chile. Por tanto si el cerro se viene abajo la ciudad quedaría a la intemperie.

Regalos para los trabajadores

Para poder entrar a las minas lo típico es regalar unos presentes a los mineros. Es habitual ir antes de entrar a un mercado minero y comprar cigarrillos, hojas de coca, dinamita o alcohol. Y sí, es posible comprar dinamita, además nadie pregunta para qué es.

Y el alcohol… ¡uf! Yo probé una gota y es gasolina para aviones, va directo a la cabeza, se lo toman a palo seco y tiene 96°. Las hojas de coca las toman para tener más energía y para quitar la sensación de hambre. Lo dicho, condiciones bestiales.

Los trabajadores y sus condiciones

En concreto este minero está sacando el mineral a la superficie. Cada vagón pesa media tonelada, y el contenido una tonelada más, pensándolo bien cuando piensas que tu trabajo es una mierda.

La media de edad de los mineros rara vez sobrepasa los 50 años y que cada año la media de muertos por accidentes laborales es de unos 50, sin contabilizar la cantidad que mueren por enfermedades debido al trabajo en las minas.

Le pregunte al guía si aquí había gases explosivos, como el grisú, y su respuesta fue: “no, aquí solo hay gases venenosos”, ¡ah! ¡Bueno!

Los túneles

La verdad es que al principio descender por estos angostos túneles da un poco de respeto. Sobretodo, cuando bajas 15 metros de desnivel y las escaleras se mueven, y eso que estábamos por la zona teóricamente “segura”. Realmente las condiciones con las que se tienen que encontrar los mineros en el día a día son una animalada.

Hay que tener en cuenta que nosotros estamos haciendo «turismo», y eso de turismo entre comillas dobles, triples y cuádruples. Pero la gente que está aquí trabaja en estas condiciones que nosotros sufrimos por un par de horas.

En las imágenes descendiendo otro nivel. En este nivel nos metimos por unos sitios… bueno, la verdad es que no es una visita para personas que sufran de claustrofobia. De hecho, a una pobre chica le entró el pánico y empezó a llorar, aunque luego, con todos sus ovarios continuó.

Las explosiones

Aquí el minero esta haciendo unos huecos para colocar siete cartuchos de dinamita. Posteriormente escuchamos las explosiones y notamos las vibraciones en la mina. Yo, no sé si con ganas de reír, echar a correr o a llorar.

Mi tío es el Diablo

O diablo, es el dueño de la mina. Los mineros le ofrecen ofrendas para que les dejen trabajar aquí. El diablo lo instauraron los españoles en la época colonial, como los esclavos no querían trabajar cada vez en sitios más profundos, los españoles crearon imágenes del diablo en forma de amenaza, si no trabajaban el diablo les mataría.

Pero el tiro salió por la culata porque para los quechuas no hay dioses buenos o malos, con lo que lo consideraron simplemente una divinidad a la que hay que respetar.

Una teoría del nombre de “tío”viene porque los quechuas no pronuncian la letra “d”, con lo que de “dios” pasó a “tios”, y después a “tío”.

La recompensa

Las vetas, o venas, como también las llaman, de aquí se sacan todos los materiales una vez tratados.

Aún no entiendo con la cantidad de riqueza que hay lo mal repartida que está. Recuerdo ver cochazos por la ciudad, Hummers incluidos, pero sin embargo la mayoría de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, en chabolas a medio construir. Parece que los jefes aprendieron bien a explotar a la población.

davidsantes

Érase una vez un tipo normal con una gran pasión, viajar. Esta pasión a su vez alimentaba su curiosidad, y como tenía muy mala memoria lo dejaba todo plasmado en otra aficción, la escritura. Este tipo normal también era un loco de la fotografía, con lo que al cerrar el círculo lo transformó en un blog.

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