Esta es una entrada pensada para los visitantes de la ciudad. Pamplona es una ciudad curiosa, llena de contrastes que para un visitante ajeno a su pasado quizás pasen desapercibidos. En esta entrada voy a hablar de sentimientos.

Si la visita a la ciudad se hace en determinadas épocas del año o sólo se visitan zonas concretas, es muy probable que una persona que venga de Girona, Jaén o Gijón, por decir algo se lleve una visión sesgada.

Pamplona es vasca y a la vez no es vasca. Pamplona es católica y a la vez hereje. Pamplona es acogedora a la vez que borde. Pamplona siempre ha tenido su trastorno bipolar.

Si un turista sólo camina por calles como Navarrería o Calderería, probablemente se llevará la impresión de que está en la capital más vasca de toda Euskalherria (pueblo de los vascos). Pero sin embargo, si se pasea por zonas de bien como el Segundo Ensanche o Iturrama, la impresión puede ser más bien que se está en la ciudad del Opus Dei. Y ambas parten tienen un poco de razón.

Pamplona es vasca y a la vez no es vasca. Pamplona es católica y a la vez hereje. Pamplona es acogedora a la vez que borde. Pamplona siempre ha tenido su trastorno bipolar.

La tranquilidad llega a la ciudad

Sin embargo el ambiente se ha tranquilizado muchísimo. Atrás quedaron esos años en donde fin de semana sí, fin de semana también, había algaradas callejeras entre simpatizantes de la izquierda abertzale y la policía. Ahora las preocupaciones empiezan a ser otras, inclusive con un alcalde de la formación abertzale Bildu (impensable hace tan sólo 10 años).

Y eso se nota en la ciudad, en el ánimo de la gente, y en lo cuidado que está todo. Cada vez la ciudad está más limpia, y por desgracia, los pisos en el Casco Antiguo más caros. Sin embargo hace 15 años, la zona del Casco Antiguo estaba mucho más degradada y no era extraño cruzarse un sábado con alguna barricada con fuego.

En la ciudad te podrás encontrar gente abertzale (o como diría Mariano Rajoy si fuera lehendakari «mucho abertzale«) y gente que odie todo lo proveniente de lo vasco. También hay muchísima gente entre medio, que le da igual un lado u el otro, y que su preocupación no tiene nada que ver con un sentimiento o una bandera.

Características comunes

Igualmente, hay una serie de puntos comunes (o tópicos) que probablemente se cumplan en un porcentaje elevado de la población:

• A la gente le gusta disfrutar de la calle, y a nada que salgan dos rayos de sol, el Casco Antiguo se inunda de gente. Como se dice por aquí: Pamplona es Mordor.
• Nos gusta comer y beber bien.
• Somos muy de cuadrilla, grupo de amigos de toda la vida. ¡Ah! pagamos con bote compartido.
• Tendemos a ser afables, pero un poco cerrados hacia la gente de afuera.
• Pamplona es un pueblo, pero a su vez muchísima gente tiene casa en pueblo.
• Alguna vez se ha veraneado en sitios tan exóticos como Salou, y para escapadas de un día, nos vamos a Donosti o Zarautz (a los navarros nos llaman «meaplayas«).
• Nos gusta la naturaleza. Los parques de la ciudad así lo acreditan.
• En una misma familia hay gente abertzale y de derechas. Y muchas veces el abertzale puede tener ideas más conservadoras que el de derechas.
• Aunque Osasuna (el único club de los grandes con nombre en euskera, que quiere decir «Salud«) es un club modesto, concentra un sentimiento de unión en la ciudad.
• Los nombres de muchos barrios son impronunciables para alguien de Jaén: Buztintxuri, Iturrama, Azpilagaña, Mendebaldea, Soto Lezkairu… probablemente si te pones delante de un espejo a las 12 de la noche y los pronuncias tres veces aparecerá Miguel Indurain con su famosa «espada«.
• Tenemos unos términos propios: además de hacer diminutivos con «-ico«, también metemos pequeñas patadas al diccionario como «¿lo qué?«, utilizamos mal el condicional, o nos «echamos» cafés o refrigerios, en vez de tomarlos. Ah, y el aupa forma parte de nuestro saludo más habitual.

Y sí, ligar puede ser complicado en Pamplona. Si quieres ligar y tener sexo el primer día te aconsejo sitios más exóticos de Navarra, como fiestas de Tudela o de cualquier pueblo del sur de Navarra. Ya lo dijo Rafaella Carrá ¿no?