Bérgamo

Bérgamo

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Hace un par de semanas estuve en Italia, visitando Milán. Tomé un vuelo desde Vitoria-Gasteiz a Milán, aunque bueno, como pasa infinidad de veces con Ryanair el vuelo realmente aterriza en una ciudad secundaria. Esta ciudad se llama Bérgamo, a unos 40 kilómetros de Milán.

Y lo cierto es que fue lo mejor del viaje. Milán puede tener su catedral y su glamour, pero a esta pequeña ciudad de Lombardía le sobra encanto.

Tras pasar unos días en Milán, me desplacé desde esta ciudad por tren (5,50 tren regional), y desde la estación fue andando hasta la ciudad alta (Città Alta), el verdadero reclamo de la ciudad. Poco a poco se vislumbraba esa ciudad medieval amurallada:

Tras caminar unos 20 minutos, una vez en el pie de la ciudad, existen dos posibilidades: tomar un funicular que solventa cómodamente el desnivel y hacer cola…

O subir andando y disfrutar de las vistas y del camino, que es lo que hice yo:

Bérgamo, la ciudad amurallada

La ciudad fue un lugar estratégico en territorio Lombardo, además de encontrase en las mismas estribaciones de los Alpes. Testigo de este pasado son sus gruesos muros, varias veces adornados con el escudo de Venecia, ya que durante muchos años la ciudad estuvo bajo su protectorado. Esa relación beneficiosa para ambas partes se tradujo en una ciudad elegante y rica, con infinidad de palacios e iglesias de hermoso porte.

Bérgamo es una de las pocas ciudades de Italia totalmente amurallada (como Lucca, Verona, Padua…), y conserva su aspecto intacto a través de los siglos. Es por este motivo el que se considere una joya dentro de un país como Italia, que tiene la mayor lista del mundo de elementos considerados patrimonio de la humanidad por la Unesco.

Una vez dentro de la ciudad no es complicado orientarse. Las calles Gombito y Colleoni son dos de las más importantes, llenas de tiendas con productos artesanales y unos escaparates con bollería y comida que harán salivar a más de uno.

Pero si hay un sitio donde se resume la belleza de la ciudad ese es la Plaza vieja (Piazza Vecchia). Se encuentra edificada en el mismo sitio donde estaba el antiguo foro romano. El sitio evoca una belleza serena, pero sin anunciar a bombo y platillo el poder económico que se puede presentir de su pasado.  El famoso arquitecto Le Corbusier dijo de ella que “no se puede mover ni una piedra, sería un delito”.

En la misma plaza se encuentran varios de los puntos más importantes de la ciudad, como la Torre Cívica, la Basílica Santa María Maggiore, el Duomo de Bérgamo,  la fuente Contarini, el Palazzo Nuovo…

El famoso arquitecto Le Corbusier dijo de ella que “no se puede mover ni una piedra, sería un delito”.

El duomo de la ciudad es bonito, pero la Basílica de Santa María Maggiore es espectacular. Si queréis tener unas de las mejores vistas de la ciudad sin demasiado esfuerzo… ese sitio es la Torre cívica o Campanone (5,50). Desde arriba las vistas permiten apreciar toda la ciudad y los alrededores, que tampoco tienen desperdicio.

Disfrutar la ciudad

La ciudad tiene unos edificios muy bellos, pero como pasa con otras ciudades, como realmente se disfruta de la ciudad es paseando por ella, sin prisa, descubriendo recovecos y plazoletas con encanto. Sal de las calles principales, compra un trozo de pizza o el típico dulce bergamesco como el Polenta Osei (pastel de crema de chocolate, mantequilla, avellanas, mazapán, azúcar y ron), siéntate y simplemente… disfruta.

Las mejores vistas de Bérgamo

Si lo que quieres es ver el paisaje que aglutina Bérgamo y sus alrededores, el mejor sitio es el el Castillo de San Vigilio. Se encuentra en lo más alto de la colina de la cittá alta, y es fácil acceder a él a través de un funicular que se coge cerca de la puerta de la cittadella.

En mi caso fui andando en el amanecer para ver poco a poco el espectáculo. Hay muchos lugareños que se acercan por esta zona para hacer deporte. El castillo no dejan de ser cuatro piedras, pero las vistas bien merecen una visita:

Espero que os haya gustado la entrada. El próximo día… más sobre Italia 🙂

davidsantes

Érase una vez un tipo normal con una gran pasión, viajar. Esta pasión a su vez alimentaba su curiosidad, y como tenía muy mala memoria lo dejaba todo plasmado en otra aficción, la escritura. Este tipo normal también era un loco de la fotografía, con lo que al cerrar el círculo lo transformó en un blog.

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