Pamukkale – Hierápolis

Pamukkale – Hierápolis

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Pamukkale, un castillo de algodón

Pamukkale quiere decir «castillo de algodón en turco«, así que con ese nombre debe ser un sitio único en el mundo. El nombre proviene de sus particulares formaciones calcáreas, que hacen que desde la distancia parezca que se está divisando un castillo de algodón.

La colina está bañada en calcio, de ahí su aspecto blanquecino. Desde la misma se puede divisar el pueblo, allí abajo, en la llanura. Si bien es cierto que las fotografías son más espectaculares que las terrazas donde cientos de personas intentan bañarse en pequeñas terrazas naturales, el emplazamiento es espectacular.

¿Patrimonio de la humanidad?

Esto es algo muy curioso que me explicaron. Resulta que el emplazamiento está declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, pero para que les dieran el título tuvieron que demoler todos los hoteles y resorts que estaban montados aquí. Solamente quedan vestigios como palmeras alineadas en la nada:

¿Me puedo bañar?

Es posible bañarse en las terrazas, pero cubre poquísimo, hasta las rodillas. Así que mucha gente opta por bañarse por en las piscinas de Cleopatra.

Tras pagar la entrada te puedes bañar en una zona artificial rodeado de auténticas columnas romanas, y de cientos de turistas. La masificación de gente le quita muchísimo atractivo, pero el calor insoportable de fuera hace que te lo pienses.

Hierápolis, la ciudad romana de Pamukkale

Al otro lado de la colina se encuentra la antigua ciudad romana de Hierápolis. Ésta fue una importante ciudad en la que los antiguos romanos ya aprovechaban las propiedades curativas de la colina.

Las ruinas no están nada mal, y destaca la reconstrucción del teatro romano hecha por canteros italianos con las mismas piedras de las ruinas.

Este teatro romano fue restaurado en 1970 por canteros romanos recogiendo las mismas piedras del original. Su capacidad es de unos 12.000 espectadores y se conserva gran parte del escenario.

Lo cierto es que la zona parece un Lego gigante. Enormes bloques agrupados esperando a que alguien los levante. Las columnas que se han caído han sido apiladas y enfiladas en el suelo, esperando a un futuro incierto.

davidsantes

Érase una vez un tipo normal con una gran pasión, viajar. Esta pasión a su vez alimentaba su curiosidad, y como tenía muy mala memoria lo dejaba todo plasmado en otra aficción, la escritura. Este tipo normal también era un loco de la fotografía, con lo que al cerrar el círculo lo transformó en un blog.

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