Isla de Pascua, una isla realmente aislada
Isla de Pascua, Te Pito, Te Henúa, Rapa Nui. Varios nombres para apenas 180 kilómetros cuadrados. La isla más isla de todo el mundo, estimada como el lugar más lejano a cualquier otro punto habitado de la Tierra, ya sea continental o insular. Y es que se encuentra a casi 4.000 kilómetros de Chile, y a la misma distancia de Oceanía. El nombre «Isla de Pascua» proviene del día de su descubrimiento, el 5 de abril de 1722, día de Pascua de Resurrección.
Zona de nadie, aunque legalmente pertenezca a Chile. Sus 4.000 habitantes, que comúnmente llaman a su isla «el ombligo del mundo» tienen más lazos culturales con los pueblos hermanos de Tahití, Nueva Zelanda o Hawái, que con otras zonas de Chile. Es más, en el triángulo polinesio, de 30 millones de km2, Isla de Pascua es uno de sus vértices, junto con Hawai y Nueva Zelanda.
Tras esta pequeña introducción, toca comentar mis impresiones. En primer lugar, es muy complicado resumir en unas lineas el misterio que emana la isla, la riqueza cultural y la belleza que tiene.
Volcanes, playas, cientos de esculturas (moais) por toda la isla… merece la pena recorrer el parque declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco más alejado del resto mundo. La isla es volcánica y su forma triangular, y en cada vértice se encuentra un volcán.
Cómo llegar y otros datos prácticos
Latam e Iberia, son dos de las compañías que vuelan hasta esta enigmática isla. La gente cree que es un viaje de lujo y no tiene por qué. Aunque el billete no es barato, es posible sacarlo por unos 350 euros ida y vuelta desde Santiago de Chile. También es posible viajar desde Lima.
Para recorrer la isla lo mejor es alquilar un jeep. Si bien la isla no es muy grande, andando es bastante complicado. Además el calor puede ser bastante fuerte.
Sobre el alojamiento hay bastantes opciones, las casas de huéspedes no están mal, y muchas promueven el contacto entre sus dueños y los turistas, cosa que hay que agradecer. Hanga Roa es la capital, por decir algo, ya que tiene 3.000 habitantes. Un sitio relajado, donde el tiempo y el estrés importan más bien poco.
El clima en la isla es tropical. En el mismo día puede salir un sol abrasador y por la tarde ponerse a llover.
Sector Ahu Tahai, el mejor atardecer de la isla
Apenas a kilómetro y medio de la «capital» Hanga Roa, se encuentra el conjunto de altares mejor conservados de la isla. El significado de estas colosales estatuas llamadas moais es una incógnita.
Existen varias teorías para explicar su significado, pero la más extendida es que rinden tributo a los antepasados difuntos. Las estatuas miran hacia el interior de la isla, por lo que tras rellenar sus ojos con coral los moais se convertían en rostros vivos de los ancestros, enviando su poder sobrenatural o mana a los habitantes de la isla.
Los moais debían ser situados encima de plataformas ceremoniales, llamadas ahu. Por eso en la isla existen plataformas como Ahu Tongariki, Ahu Akivi o la citada Ahu Tahai.
Con estos atardeceres sobre el Pacífico te sientes en paz, en un sitio alejado de todo, de todos los problemas del mundo. Así es fácil ser buen fotógrafo.
Frente al sector Ahu Tahai estuvo durante varios días el Buque escuela Esmeralda, de la armada de Chile, primo hermano del Juan Sebastián Elcano español.
Ahu tongariki, una enorme plataforma ceremonial
La mayor plataforma ceremonial de la isla, con 15 moais. En 1960 un tsunami con olas de 10 metros arrasó la zona, con lo que con ayuda del gobierno japonés se restauró la plataforma ahu. La altura máxima de los moais es de 14 metros.
Esta plataforma se encuentra en el extremo oriental de la isla, y su entorno es alucinante. Por un lado el volcán Poike, el más antiguo de la isla, por otro, el islote conocido como Motu Maratiri.
Ahu Akivi, el inicio
Ahu Akivi es otra de las plataformas ceremoniales de la isla. Tiene dos particularidades, además de que es una de las pocas que está en el interior de la isla, es la única en la que sus estatuas están mirando hacia el mar, concretamente a la Polinesia. Se dice que son los 7 colonizadores polinesios enviados por el rey Hotu Matu’a para explorar la isla.
Anakema, la playa de arena blanca
Si bien la isla tiene clima tropical y se encuentra en el Pacífico, hay pocas playas de arena blanca. Una de ellas es Anakena. Un baño en una playa tropical de arena blanca con moais alrededor es toda una experiencia.
El volcán Rano Kau
Se trata de una de las zonas más interesantes de la isla. Rano Kau, éste volcán dormido de 1.600 metros de diámetro y 324 metros de altura tiene una laguna bastante profunda, con islas de totora.
En los alrededores del cráter ha crecido flora que no es autóctona porque la gente venía aquí a recoger totora, se llevaba almuerzo y fruta y tiraba las semillas. En uno de los bordes del volcán se encuentra Orongo. Se trata de una aldea ceremonial que sólo se poblaba para la ceremonia del hombre pájaro o tangata manu.
Tangata Manu es el mito del hombre pájaro. Era una competición en la que los participantes debían ir desde la isla al islote mas grande. Recoger un huevo de Manutara (gaviota), por el cual podían estar esperando en el islote durante varios días y volver a la isla. El ganador se proclamaba gobernante de la isla durante un año.
Los clanes preparaban a conciencia a sus mejores hombres para participar en ésta dura prueba. En la siguiente imagen se puede ver un petroglifo del hombre pájaro. Si os interesa el tema, podéis ver la película que dirigió Kevin Reynolds y que produjo Kevin Costner: Rapa Nui.
Rano Raraku, la cantera de moais
Éste cráter volcánico proveía de la roca volcánica necesaria para hacer los moais. De hecho hay muchos que están aún por terminar de tallar. No se sabe el motivo por el cual dejaron de seguir tallando moais, pero se cree que las guerras internas y la deforestación provocada por sus primeros habitantes impidieron que se pudieran seguir sacando las enormes estatuas (una que está inacabada tiene 21 metros de longitud)
Los sombreros (pukao) de las estatuas se sacaban de otra cantera volcánica, por eso su color es diferente. En esta foto con Yasunori, un amigo japonés de Yokohama. Simpático, aunque complicado hablar con él, apenas hablaba inglés, y mucho menos español, aunque bueno, hay formas de comunicación internacionales.
¿Cómo se transportaban los moais? pues aún hoy en día son conjeturas, pero se cree que se utilizaban cuerdas, trineos o rodillos hechos con madera y energía humana. El investigador Pavel Pavel demostró que desde el volcán donde se tallaban ya orientados sólo hacían falta unas 17 personas para moverlos.
Los actuales habitantes de la isla
En general los habitantes son muy, pero que muy amables. Cuando estábamos en el interior de la isla nos encontramos con Tete, un habitante de la isla que, literalmente, estaba aburrido. Así que se paró frente a nosotros, nos preguntó que qué hacíamos y se ofreció desinteresadamente a enseñarnos la isla durante el día, llevándonos en su jeep, enseñándonos cuevas, ofreciéndonos hacer submarinismo.
Conclusiones
Si estás en Chile o Perú, esta es una visita muy especial que bien vale el largo trayecto. Sin lugar a dudas, será una experiencia que recordarás el resto de tu vida. Así que te animo a realizar este viaje. Y si es con una botella de patxaran para competir con los moais, mejor.
Un lugar realmente único.
Cual és tú próxima aventura?
Pues sí, realmente impresiona este sitio. Próxima aventura… volver a Pamplona por navidad. Pero después estoy pensando en algún viaje por Asia, Tailandia, Camboya… que ya toca. Agur!