El inicio de mi jodida vida
Sí, soy unas gafas.
Podría decir que soy una de esas elegantes gafas de Dolce & Gabanna o Christian Dior que se pasean por la Gran Vía madrileña. O que quizás tuve la suerte de conocer a David Beckham, pero este no es mi caso.Mi vida no ha sido fácil, y creo que ahora que estoy en las últimas tengo derecho a hablar un poco sobre mí. Ya sabéis como funciona el egocentrismo de una artista.
Creo que nací en China, quizás Tailandia, aunque no estoy muy segura. El antro donde nací era oscuro y frío. Probablemente uno de esos pocos lugares en los que al héroe impertérrito de una película de acción se le ponen los pelos como escarpias.
Y llegaron las fiestas de San Fermín
A mí me tocó la desgracia de ir a las fiestas de San Fermín. Son unas fiestas con la capacidad de viajar en el pasado, que rozan lo medieval. La cantidad de animales es ilimitada, hordas de salvajes orcos, trolls de las cavernas y demás bestias que harían las delicias de cualquier fan del Señor de los Anillos.
Y entre tal fauna local y extranjera yo no tuve suerte. Fui a caer en las manos de la peor de las razas conocidas en San Fermín, el australiano. Claro que a mi vendedor no le importó un carajo dejarme en manos de semejante bicho.
Los 6 euros que fue capaz de timarle hizo que su conciencia le permitiera el lujo de irse de vacaciones.
A partir de ese momento mi vida fue un infierno de golpes, berridos y escupitajos. Mi amo estaba loco de remate, pero es que sus amigos estaban peor. Me pasaron de uno a otro, sin enterarse que no soy unas gafas de bucear, ¡señores! ¡No sé sumergirme en un pozal de kalimotxo! ¡No nací para esto!
Mi vida cambió de rumbo cuando mi dueño se durmió (o se cayó desplomado) en un parque (o basurero), cerca de la zona de marcha (o zoológico humano). El tío estaba tan borracho que no se dio cuenta que le desplumaron de los pies a la cabeza, pobre incauto.
A partir de ese momento, tuve esperanzas, mi vida tenía que ser un poco más tranquila, acostumbrado a los zarandeos de los temidos australianos un tsunami me hubiera parecido tan leve como las olas del Mediterráneo.
Me equivoqué
Acabé en las manos de la temida cuadrilla de Leitza. Salvajes en estado puro, adoradores del Basajaun y sabe dios de qué más. Berridos, muestras de fortaleza masculina, piropos a las mujeres, etc.
Pero lo peor fue ir a una corrida de toros. Otra vez me obligaron a bucear en un cubo con sangría, kalimotxo y más bebidas espirituosas indetectables para cualquier químico. Por menos armas de destrucción masiva los estadounidenses invadieron Irak.
En ese momento, resignada, lo entendí. Así fueron pasando mis días, mi ocaso estaba llegando, mis pilas ya no funcionaban. Mi pequeño altavoz ya no rugía, mi frágil cuerpo ya deteriorado estaba clamando por su fin.
Ayer, 14 de Julio, se acabaron las fiestas de San Fermín. Está claro que mi existencia ya no tiene sentido.
Pero no todo fueron malos momentos, atrás queda cuando fui joven y bella, el deseo de cualquier sanferminero, una mirada mía el día 6 y caían prendados ante mí.
Jojojojojo!
que bueno, el relato! Me gusta este nuevo, o diferente, estilo del blog. David, que no sólo de viajes vive el hombre. O por lo menos, de tanto en cuanto, un viaje bizarro siempre va bien!
Hombre rojopicantón!!
Cuantos tiempos! bueno, tendré que conformarme con que escribas breves comentarios hasta que vuelvas a escribir en tu blog!
Me alegra que te guste!
Buenísimo relato David. Joe, si vamos a tener un escritor en ciernes aquí jaja! en serio me ha gustado mucho muy original.
Monica
Muchas graciad Monica, me alegro que te guste.Espero que sigas pasandote por mi blog.Agur!
qué bueno! casi lloro por las pobres gafas jajaja. Mucha suerte en los 20 Blogs! Te sigo 🙂
Hola José
Me alegro que te emocionaran las gafas, es una historia muy triste. Gracias por seguirme, dentro de nada el blog cambia por unos meses ya que lo haré desde Buenos Aires, a ver que cuentan en Argentina. Espero que las gafas tengan mejor vida en este país.
Ciao!
¡¡¡¡¡Muy buena!!!!!