La provincia de Girona es privilegiada. Se puede escoger entre lugares de alta montaña en el Pirineo, como el Valle de Nuria – la vall de Núria, a pueblecitos medievales como Besalú, pasando por su propia capital, Girona, la cual enamora a primera vista.
Hoy toca hablar de dos pueblecitos preciosos, Pals y Peratallada, que no sé si se pueden considerar de interior o no, ya que están a muy pocos kilómetros de la Costa Brava, donde están alguna de mis playas favoritas del Mediterráneo.
Estos dos pueblos muy cercanos el uno del otro, y de origen medieval, siempre salen en la lista de los más bonitos de Cataluña, y en varias ocaciones, de España. Vamos a ello.
Pals, un pueblo medieval de cuento
El origen de Pals es milenario. Se cree que proviene del latín «Palus«, que significa «lugar pantanoso«. Ya en el siglo IX, se tenía constancia de su castillo.
Desde hace ya muchos años, su origen basado en la agricultura ha dado paso a una economía centrada en el turismo. Y es que el estado de conservación de sus calles y monumentos es excelente. Por ese motivo, ya en el año 1973, Pals fue declarado como Lugar de Interés Histórico.
El pueblo se encuentra situado en la cima de una colina, vigilado en su parte más alta por lo que queda del citado castillo, y rodeado de murallas. Hoy en día las murallas y los soldados que montan guardia, han cedido el testigo a tiendas de artesanía enfocadas al turismo.
Los monumentos
Pals no tiene grandes monumentos, ni falta que le hace. Eso no quita para que tenga unos cuántos edificios que llaman la atención. Entre ellos se encuentran:
- Ca la Pruna. Se trata de una casa fortificada del siglo XV, y que se encuentra extramuros. Hoy en día es un bar con terraza que también alberga la casa de cultura.
- Casa de la Vila o ayuntamiento. En la Plaza mayor se encuentra este edificio gótico del siglo XII.
- Iglesia de San Pere. Una bonita iglesia gótica del siglo XV, aunque hay partes que son más antiguas. Otras partes fueron construidas con restos del antiguo castillo.
- Torre de las Horas. Dentro de los pocos restos que quedan del castillo, la parte más reconocible es esta torre circular.
- Mirador de Josep Pla. En el punto más alto del pueblo está este bonito mirador, dedicado a citado escritor (1897-1981), natural de la cercana Calella de Palafrugell.
Las calles
Lo bueno de pueblos como Pals, es perderse por sus callejuelas empedradas. La parte más interesante del pueblo es pequeña, así que lo mejor es caminar despacio, deleitándose con el ambiente, con los bonitos comercios, y por qué no, tomando un refrigerio en alguna de sus terrazas.
Si subimos por la Calle De la Cruz (Carrer de la Creu) hasta la Plaza Mayor (Plaça Major), accederemos a algunos de los puntos más interesantes del pueblo. El broche de oro es la Calle Mayor (Carrer Major) y el turístico y fotografiado Portal de la Vila.
No obstante, mi consejo es que no te quedes en las calles más conocidas, y que visites cada esquina del pueblo. Es pequeño y en 1 hora puedes verlo todo.
La gastronomía
En Pals el arroz tiene fama. Y el plato más tradicional que se puede disfrutar en sus locales es el Arroz de Pals a la cazuela. En esta zona el mar y la montaña se dan la mano, así que es obligatorio darse un capricho. Nosotros comimos en el Restaurant La Vila (Carrer de l’Abeurador, 18), donde el menú de arroz estaba riquísimo, a una tremenda calidad / precio.
La playa de Pals
El pueblo medieval se encuentra a 6 kilómetros de la costa. Dentro del área comprendido de Pals, el municipio disfruta de una playa de cerca de 2.700 metros, dividida en dos arenales: la Playa Gran y Playa del Grau. Así que ya sabes, si después de una visita turística quieres darte un chapuzón, estás en el sitio correcto.
Peratallada, donde la piedra es la protagonista
Paratallada es un pueblecito de apenas 500 habitantes que se encuentra a poco más de 6 kilómetros de Pals. Sus orígenes son inciertos, aunque en las excavaciones que se hicieron en el castillo, entre 1969 y 1975, se encontraron restos romanos. Lo que sí se tiene constancia es que el castillo ya existía en el siglo X.
Su nombre, Peratallada, da pistas de lo que nos vamos a encontrar. Se tiene constancia desde el siglo X y da buena idea de su significado: Petra Scissa o Petra Taiata (piedra tallada). Y es que el pueblo es impresionante, ya que está cimentado sobre roca de arenisca (aún se pueden ver las marcas de los carruajes) y que, al igual que Pals, conserva toda su esencia medieval.
El gran «pero» de este pequeño pueblecito, es la gran cantidad de turistas que puede albergar buscando la foto de postal. Y es que lo cierto es que el pueblo es mágico, todas las calles son preciosas, y se nota el mimo y cuidado que hay en cada uno de sus rincones.
Los monumentos
Es muy probable que, en el caso de llegar en coche, aparquemos en un parking al lado del la preciosa Iglesia de Sant Esteve, que tiene sus orígenes a finales del siglo XII. Curiosamente, para la magnitud del templo, resulta extraño que esté construida extramuros, sin la protección de las defensas del resto del pueblo.
Los muros defensivos definen la población de Peratallada. Prueba de ello es el Portal de la Virgen, o el carrer de la roca.
Otro de los puntos más relevante del pueblo, es la Torre de las horas. Tiene las mejores vistas, así que es aconsejable subir hasta arriba, para admirar la silueta de Peratallada. Desde las alturas, también se puede apreciar la Torre del homenaje, que formaba parte del antiguo castillo.
Las calles
El pueblo bien merece una visita tranquila, caminar por piedras con memoria, y pararse en la Plaza dels Esquiladors, la Plaza del Castell o la que era el centro del pueblo en otra época: la Plaza de les Voltes. Disfruta sin prisa.
