Transilvania, esa palabra que evoca castillos envueltos en niebla, bosques interminables y una figura que lo domina todo desde las sombras: Drácula. Pero más allá del mito del vampiro, esta región del corazón de Rumanía ofrece paisajes de postal, ciudades medievales increíblemente bien conservadas y un viaje al pasado que se siente en cada calle empedrada.
En esta entrada, nos adentraremos en dos de los lugares más emblemáticos del imaginario vampírico y de la historia de Rumanía: Sighișoara y el Castillo de Bran.
Un poco de historia de la zona
Transilvania ha sido desde hace siglos un cruce de caminos entre culturas. Húngaros, sajones, rumanos y otomanos han dejado su huella en esta tierra montañosa, rica en fortalezas, iglesias fortificadas y tradiciones que aún perduran.
Durante la Edad Media, muchas ciudades transilvanas se desarrollaron como centros comerciales amurallados, especialmente aquellas fundadas o habitadas por los sajones, colonos alemanes invitados por los reyes húngaros. Entre ellas, Sighișoara es quizá la joya mejor conservada, aunque las fortalezas sajonas de Biertan y Viscri, de las que escribí anteriormente, no le van a la zaga.

La leyenda y la realidad sobre el Conde Drácula
El personaje de Drácula fue creado por Bram Stoker en 1897, inspirándose libremente en la figura de Vlad III Tepes, también conocido como Vlad el Empalador, un príncipe valaco del siglo XV temido por su crueldad. Vlad nació en Sighișoara en 1431, y aunque su vida estuvo lejos del vampirismo, su reputación sanguinaria y su lucha contra los otomanos lo convirtieron en una figura oscura y fascinante.
Sin embargo, el Castillo de Bran, aunque popularmente asociado con Drácula, no tiene una conexión histórica clara con Vlad Tepes. Aun así, su estética y ubicación encajan tan bien con la novela que el lugar ha abrazado su papel en la leyenda.
🏰 Sighișoara, ¿la ciudad más bonita de Rumanía?
Situada a orillas del río Târnava Mare, Sighișoara es una ciudad de cuento. Llegar no es difícil: se puede acceder en tren o coche desde ciudades como Cluj-Napoca (unas 3h en coche) o Brașov (2h aprox). La estación de tren está a un corto paseo del centro histórico.
Fundada en el siglo XII por colonos sajones, su casco antiguo ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Es uno de los pocos bastiones medievales aún habitados de Europa, y su arquitectura colorida y bien conservada la convierte, para muchos, en la ciudad más bonita de Rumanía. Desde luego que para mí esta ciudad tiene un encanto especial.





Pero Sighișoara tiene además un atractivo único: es el lugar de nacimiento de Vlad III, más conocido como Vlad Tepes o Vlad el Empalador, el personaje histórico que inspiró al Conde Drácula. Nació aquí en 1431, cuando su padre Vlad II, apodado “Dracul”, residía en la ciudad como parte de la Orden del Dragón.
La Torre del Reloj
Si hay un edificio que simboliza Sighișoara, ese es sin duda la Torre del Reloj (Turnul cu Ceas). Visible desde cualquier punto del casco antiguo, esta imponente estructura domina el horizonte con su elegante silueta barroca y su colorida cúpula revestida de tejas esmaltadas.


Construida en el siglo XIV como parte del sistema defensivo de la ciudad, la torre servía como puerta de entrada principal y también como sede del ayuntamiento hasta el siglo XVI. Su función defensiva se refleja en los gruesos muros y en las ventanas de observación que aún se pueden ver desde los pasillos interiores.
La torre mide 64 metros de altura y cuenta con seis niveles, a los que se accede por una escalera empinada de madera. Cada piso alberga parte del Museo de Historia de Sighișoara, donde se exhiben desde herramientas medievales hasta artefactos médicos, piezas religiosas y objetos de la vida cotidiana de la ciudad a lo largo de los siglos.
La casa de Vlad Dracul
Justo en la plaza central, esta casa amarilla es donde, según la tradición, nació Vlad Tepes. Hoy alberga un restaurante y una pequeña sala con objetos relacionados con su figura. Aunque el interior no es espectacular, el simbolismo del lugar es muy especial.
La escalera cubierta de los escolares (Scara Acoperită a Școlarilor)

Subiendo hacia lo alto de la ciudad, entre sombras de madera y crujidos de siglos, se encuentra la Escalera Cubierta de los Escolares, uno de los lugares más curiosos y con más encanto de Sighișoara. Esta escalera techada de madera, construida en 1642, fue diseñada para permitir a los niños del pueblo acceder al colegio y a la iglesia durante el invierno, protegidos de la nieve y el mal tiempo.
Originalmente contaba con 300 escalones, aunque hoy quedan poco más de 170. Aun así, la sensación de misterio y recogimiento al atravesarla sigue siendo la misma. El paso por esta escalera es casi como entrar en un túnel del tiempo: la madera envejecida, las vigas inclinadas, la luz filtrándose entre las rendijas… todo contribuye a una atmósfera que mezcla lo romántico y lo medieval.
La escalera conecta la ciudad baja con la cima de la colina, donde se encuentran dos puntos clave:
- La Iglesia de la Colina (Biserica din Deal), una iglesia gótica luterana del siglo XV, sobria pero cargada de historia.
- El Cementerio Sajón, un tranquilo camposanto con lápidas centenarias entre altos cipreses, perfecto para una visita en silencio.
Murallas y torres gremiales
Uno de los grandes encantos de Sighișoara es que aún conserva buena parte de sus murallas defensivas originales, levantadas por los colonos sajones entre los siglos XIV y XVII para proteger la ciudad de invasiones otomanas y tártaras. Este sistema defensivo, aunque menos conocido que el de otras ciudades fortificadas de Transilvania, está sorprendentemente bien preservado.
La muralla llegó a tener más de 900 metros de longitud y estaba reforzada por 14 torres, cada una construida y mantenida por un gremio distinto: el de los sastres, herreros, zapateros, carniceros, panaderos, cerrajeros… Esta estructura gremial no solo garantizaba la defensa de la ciudad, sino que reflejaba la organización social y económica de la comunidad sajona.
Muchos tramos del paseo de ronda que bordea las murallas son accesibles y ofrecen vistas muy fotogénicas de la ciudad antigua, especialmente al amanecer o al atardecer.
📸 Más allá del casco histórico
Aunque el casco antiguo de Sighișoara —encaramado sobre la colina— es el gran protagonista de cualquier visita, vale la pena explorar también la parte baja de la ciudad, donde se respira una atmósfera más auténtica y tranquila. La ciudad está muy cuidada, y hay numerosos restaurantes donde tomar una copa o cenar.





Además, si quieres sacar una foto panorámica de la ciudad, puedes hacer un pequeño paseo de 30 minutos hacia las colinas del sur de la ciudad. Probablemente tengas la mejor foto.


🏰 El Castillo de Bran: mito, historia y turismo de masas
Visitar Transilvania y no acercarse al Castillo de Bran sería como ir a París y no ver la Torre Eiffel. Este castillo, encaramado sobre un risco rocoso entre montañas, se ha convertido en el icono más reconocido de Rumanía gracias a su asociación con la leyenda del Conde Drácula. Pero como suele ocurrir, la realidad es algo distinta… y no por eso menos interesante.

📍 ¿Cómo llegar?
El castillo está situado en el pueblo de Bran, a medio camino entre Brașov y Râșnov, en el corazón de los Cárpatos.
Desde Sighișoara hay unas 3 horas de carretera en coche, pero si tienes tiempo, puedes combinarlo con una visita a Brașov, que está a solo 30 minutos.



También se puede llegar en transporte público desde Brașov (autobuses frecuentes), aunque el trayecto desde Sighișoara sin coche es más complejo.
Un poco de historia
El Castillo de Bran fue construido en el siglo XIV por los sajones de Kronstadt (Brașov), como fortaleza defensiva contra las incursiones otomanas. A lo largo de su historia ha sido aduana, bastión militar y residencia real, especialmente en tiempos de la reina María de Rumanía, quien lo reformó y le dio parte de su encanto actual.
Pese a su apariencia de castillo de cuento (o de pesadilla), no hay evidencia histórica de que Vlad el Empalador —el príncipe que inspiró al Drácula literario— viviera aquí, aunque pudo haberlo atravesado en alguna ocasión como prisionero o en campaña. Aun así, el aura gótica del lugar, los muros irregulares y los pasadizos secretos alimentan el mito a la perfección.
🧛 Drácula… ¿seguro?
La conexión con el personaje de Bram Stoker es, en realidad, puramente turística y literaria. El escritor irlandés nunca visitó Transilvania y describió un castillo en su novela que no se corresponde con Bran. Pero la iconografía, la atmósfera y la falta de un “castillo Drácula oficial” en otro lugar, hicieron que Bran tomara ese papel casi por consenso popular.
Hoy, su interior acoge un museo histórico, con muebles y objetos de época, varias salas dedicadas a la familia real rumana y —cómo no— una sección sobre el mito de Drácula y Vlad Țepeș, que atrae tanto a curiosos como a fans del terror gótico.

Si realmente quieres seguir los pasos reales de Vlad Țepeș, una mejor opción es el Castillo de Poenari, situado en lo alto de una montaña sobre el río Argeș, al sur de Transilvania, este castillo sí fue una fortaleza usada por Vlad Țepeș en el siglo XV.
⚠️ Qué esperar
Mucho turismo, especialmente en temporada alta. El castillo es estrecho por dentro, con escaleras empinadas y salas pequeñas, por lo que puede resultar agobiante si está muy lleno. Lo ideal es llegar a primera hora de la mañana o comprar la entrada online para evitar colas.
El entorno es precioso: montañas, un río y un pequeño mercado con artesanía, comida típica y recuerdos kitsch (incluyendo capas de vampiro y copas con sangre falsa).
En el exterior, puedes recorrer los senderos del parque o incluso visitar el pequeño Museo Etnográfico al aire libre que hay junto al castillo, con casas tradicionales de madera traídas de otras zonas del país.


