Tras conocer Milán, me escapé un día a una ciudad que curiosamente no es especialmente turística: Turín (o Torino en italiano). Os voy a relatar mis impresiones de la capital del Piamonte italiano.
Piazza Castello – El centro de la ciudad
Como en esta ciudad todo está a una distancia razonable, una visita a Turín «debería» empezar en su centro neurálgico, la Piazza Castello. Algunos de los sitios más importantes de la ciudad se encuentran en la propia plaza. Uno de ellos es el Palazzo Madama, con una gran colección de arte gótico y renacentista.
Otro de los puntos importantes en la plaza es el Palazzo Reale, el palacio Real de la casa de Saboya, declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco. En sus inicios fue un palacio episcopal, y debía ser tal su lujo que en el siglo XVI Manuel Filiberto de Saboya lo eligió como su residencia personal.
Aunque las ostentosas habitaciones están decoradas con tapices, jarrones chinos y japoneses y una amplia galería de cuadros, preferí dedicar mi tiempo a otros empeños ya que la cola en la entrada era grande.
Master Sandwich – la catedral de los paninis
Muy cerca de la Plaza (Via Palazzo di Città, 6), se encuentra un pequeño local en donde hacen unos paninis de muerte, que rondan los 5-6 euros. Rápido, barato, original, con muy buena atención y… riquísimo. Poco más puedo decir ¿no? 🙂
Catedral de Torino – Duomo di Torino
Turín es un sitio que tiene uno de los elementos cristianos más venerados del mundo: la sábana santa o santo sudario. Según la tradición, se dice que es el lienzo que aparece en los evangelios en la cual José de Arimatea, con ayuda de Nicodemo, envolvió el cuerpo de Jesús tras su muerte en la cruz. Lo cierto es que es un tema que no está corroborado, pero la fe es la fe.
Además de este componente religioso la catedral podría comentar que su arquitectura es renacentista, y que su fachada está realizada en mármol blanco. Sin duda el conjunto, sin llegar a ser espectacular, es bonito.
La puerta Palatina
Como el resto de Italia, esta ciudad aún recuerda su pasado romano. A escasos metros de la catedral se encuentra la Puerta Palatina (Porta Palatina), uno de los cuatro antiguos accesos a la vieja Iulia Augusta Taurinorum, es decir, Turín. Aunque parezca que su funcionalidad es defensiva, se cree que simplemente servía para delimitar la salida de la ciudad y el comienzo del campo.
La ciudad de los museos
Uno de los reclamos de la ciudad es la Sábana Santa, está claro. Sin embargo, a los que preferimos temas más profanos tenemos mucho para disfrutar en esta ciudad. Por ejemplo infinidad de museos de todo tipo. El más famoso es el Museo Egipcio, el segundo más importante del mundo tras el de El Cairo. Creo que esos avales son lo suficientemente potentes para que bien merezcan una visita. El problema… las interminables colas. Así que te aconsejo que vayas a primera hora.
Turín se asocia al motor. De hecho FIAT, la marca de coches más importante del país transalpino, nació aquí. Y para que no quede ninguna duda el museo del automóvil de Turín es uno de los museos más importantes a nivel mundial. Aquí podrás encontrar una amplia colección de coches de todas las épocas.
El museo nacional del cine
Sin embargo en mi caso escogí la visita a un museo diferente, dentro del edificio más emblemático de la ciudad. En mi caso fui a primera hora para evitar las colas y entrar al Museo nacional del cine. El sitio no puede ser más espectacular, dentro de la Mole Antonelliana. – ¿Y eso qué es? – te preguntarás. Pues… esto:
Creo que el adjetivo «mole» está muy bien asignado. Considerado el principal símbolo arquitectónico de la ciudad de Torino y uno de los más importantes de Italia (aparece en la moneda de euro), las vistas desde arriba deben ser espectaculares, si no fuera por el tiempo infernal de cola que hay que hacer.
En un principio (1863-1888) el edificio fue diseñado por Antonelli como sinagoga judía, simbolizando la libertad y la tolerancia religiosa que había sido garantizada a los grupos no-católicos. Paradójicamente la relación entre el arquitecto y la comunidad judía no era buena, ya que los costes de la obra sobrepasaron el coste inicial (para variar). Tras una cubierta provisional, y que el ayuntamiento intercediera, la mole pasó a manos de la ciudad.
Hoy en día alberga un museo muy curioso, dedicado al cine. A frikis como yo les encantará ver desde proyecciones de la época medieval hasta el traje de Alien o Robocop.
Monte dei cappuccinni – las mejores vistas de la ciudad (y gratis)
Si prefieres disfrutar de las mejores vistas de la ciudad sin pagar un euro y no hacer colas, entonces tendrás que ir a la iglesia de Santa María del Monte, en el Monte dei cappuccinni. El paseo es muy agradable, y puedes encontrarte con sitios interesantes como la Iglesia de la gran madre de Dios (Chiesa della Gran Madre di Dio) o los puentes sobre el río Po.
Pero bueno, a lo que iba, que el espectáculo se encuentra en la cima de esta pequeña colina:
Lo cierto es que tras subir la colina mediante un agradable paseo podremos disfrutar de una merecida recompensa, las vistas de esta hermosa ciudad. En días claros es posible ver Los Alpes, aunque en mi caso no fue así (con lo que ya tengo escusa para volver)
Parque del Valentino, a relajarse
En mi caso fui poco a poco bordeando el río en una relajada caminata hasta el Parque del Valentino (Parco del Valentino), uno de los parques más grandes de la ciudad. Este parque es un sitio de encuentro para amantes del deporte al aire libre o amigos que se reúnen para celebrar un picnic. Lo cierto es que era habitual ver a gente con una botella de vino mientras al lado alguien tocaba la guitarra, hacía malabares o simplemente leía un libro. En mi opinión un buen sitio para descansar, aunque ya se sabe que para gustos…
Caminante no hay camino…
Y por último simplemente comentar que la ciudad es muy agradable, y que como mejor se puede conocer es a pie, recorriendo tranquilamente sus calles. Os dejo con las últimas fotos de la ciudad, a partir de ahora… espero que la visitéis 🙂