Cádiz

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Cádiz es una ciudad especial, pequeña pero realmente excepcional. En sus calles se nota el hermanamiento entre el viejo y el nuevo mundo (Europa y América respectivamente), así como la presencia de la vecina África.

Hoy en día, se trata de una ciudad humilde, atacada con virulencia por las crisis económicas y por el aumento del paro. En estas condiciones los gaditanos, gente amable y tranquila, intentan reponerse.

Para olvidar estos males, tienen una ciudad bañada por el mar, colorida y con un tiempo espectacular. De hecho, el prestigioso periódico New York Times, la escogió como uno de los mejores sitios del mundo para visitar en 2019.

Un poco de historia

La cantidad de historias en sus calles es enorme, y es normal en una de las ciudades que han marcado el pasado de España. Grandes pasajes de la historia han sucedido aquí. Desde barcos que zarpaban en busca de América, hasta la declaración de la primera constitución española (llamada comúnmente «La pepa»).

Además, Cádiz es una ciudad realmente antigua, donde los siglos han marcado su carácter. De hecho, se trata de la ciudad habitada más antigua de Europa, allá por el 1100 A.C.

Se sabe que ha tenido muchos nombres, y diferente relevancia en función de la época: fue Gádir en época fenicia (que quiere decir «recinto fotificado«), Gades en época romana, Yazirat Qadis cuando llegaron los árabes, o Cádiz en la actualidad.

Pero sin más dilación, os voy a introducir en la ciudad.

Barrio del pópulo

Si vamos a comenzar a pasear por Cádiz, no se me ocurre mejor sitio que hacerlo que por el barrio más antiguo de todos. Su nombre viene del latín «Ora pro populo«, es decir, «ruega por el pueblo«.

Hace unos años era una zona que estaba muy degradada. Sin embargo, este espacio, con sus estrechas callejuelas, ha sido recuperado para el deleite de la ciudadanía y los turistas.

Hoy en día se puede disfrutar de su historia. Para ello habrá que atravesar alguno de los arcos que delimitan la zona: La Rosa, Los Blancos o El Pópulo.

Una vez dentro del barrio, hay unos cuantos puntos interesantes. Desde La Casa del almirante, con esa fachada rosada tan característica, pasando por la Casa Mudéjar, la Casa de los Estopiñán o el callejón del duende.

Sin embargo, hay dos construcciones que sobresalen. Por un lado la Catedral del Rey Alfonso el Sabio, o Catedral Vieja, que apenas se nota que es una catedral para evitar posibles saqueos y ataques.

Y por otro lado el Teatro romano, redescubierto en los años ochenta, y uno de los más grandes de la península. Se estima que tenía un aforo para 10.000 espectadores, una cifra muy elevada teniendo en cuenta que la ciudad tenía alrededor de 50.000 habitantes.

El centro histórico

Al lado del Barrio del Pópulo, merece la pena pasear por las calles del centro histórico. Su pequeño tamaño lo hacen perfecto para un paseo.

Comenzaría por la Plaza de San Juan de Dios, pegada a la Avenida del puerto. Al final de la plaza, el Ayuntamiento de Cádiz nos dará la bienvenida.

Muy cerca del ayuntamiento se encuentra La Catedral de Cádiz, el monumento más identificativo de la ciudad. Y es que su cúpula dorada se aprecia desde varios sitios de la ciudad. El estilo arquitectónico pasa del barroco al neoclásico, y la plaza de la Catedral, con sus terrazas, invita a tomarse un café.

Si seguimos tranquilamente por la popular calle compañía, llegaremos a una de las plazas con más encanto de la ciudad, La Plaza de las flores (Plaza de Topete).

Además de este pequeño recorrido, hay otros puntos de interés, como el animado mercado central, el Teatro Falla, La Plaza España o La Plaza de San Antonio, con la iglesia del mismo nombre.

La Torre Tavira

En el centro histórico, mención aparte tiene la Torre Tavira. Con sus 45 metros de altura, es el mejor sitio para apreciar una panorámica de la ciudad. Creo que la visita es imprescindible, aunque te aconsejo que lo hagas a la tarde, a ser posible cuando el sol no sea demasiado fuerte.

También tiene una curiosa cámara oscura, muy interesante y divertida, donde puedes observar las escenas cotidianas de toda la ciudad sin que nadie se percate de ello.

Barrio de la Viña

Alejándonos de la parte más céntrica se encuentra este popular barrio. Se trata de uno de los barrios más arraigados de la ciudad. Su nombre está relacionado con su pasado, ya que se cultivaba la vid. Zona de buenos bares y restaurantes para tomarse una copa y unas tapitas.

Playa de la Caleta – Castillo de Santa Catalina

Dentro del barrio de la Viña se encuentra La Playa urbana de La Caleta. Fue puerto natural y hoy en día, lugar de disfrute y esparcimiento. El inconfundible balneario de Nuestra Señora de la Palma conforma la silueta de la playa, al igual que el Castillo de Santa Catalina, del siglo XVI. El Castillo no es muy grande, pero se puede entrar y visitar.

En mi opinión, la playa de la Caleta es un sitio espectacular, no todos los días puedes estar apoyado en las murallas de una fortaleza tomando el sol y leyendo un libro. Una delicia gratuita.

El fuerte recuerda a las fortificaciones de Latinoamérica, que evitaban los saqueos de las ciudades.

En mi opinión, la playa de la Caleta es un sitio espectacular, no todos los días puedes estar apoyado en las murallas de una fortaleza tomando el sol y leyendo un libro

Castillo de San Sebastián

Siguiendo la playa de la Caleta, podemos llegar por un paseo hasta el Castillo de San Sebastián, una fortificación que se adentra en el mar. Se realizó para evitar nuevos saqueos de la ciudad, como el producido por los ingleses en 1956.

Hoy en día esta fortaleza es un espacio cultural y lúdico polivalente. El paseo es espectacular al atardecer, diría que absolutamente imprescindible si se visita Cádiz.

El Paseo Marítimo. No, no se trata de Cuba

Otro de los sitios imprescindibles de la ciudad, y ya van unos cuántos. Es curioso que una ciudad pequeña aporte tanto. El nombre oficial es Avenida Campo del Sur, y desde aquí se pueden tomar algunas de las mejores fotografías de la ciudad.

El colorido de las casas le dota con un cierto aire al malecón de la Habana, en Cuba. De hecho, se han rodado películas de Hollywood simulando que se trata de este país caribeño.

Si seguimos alejándonos de la ciudad por el paseo, podemos llegar a la Avenida Fernández Ladrera, donde se encuentra la Playa de Santa María del Mar, ya en extramuros. Se trata de una playa relativamente grande (650 metros de longitud), donde también se puede disfrutar de un atardecer de postal.

Otros puntos de interés

La ciudad tiene otros sitios interesantes, como el Parque Genovés, de estilo romántico o la Puerta de Tierra, que data del siglo XVIII y es un reducto de la antigua muralla.

Para los amantes de los barcos y grandes cruceros, la zona del puerto también tiene su interés. Aquí llegan enormes cruceros que compiten en altura con la Catedral, con ávidos turistas con ganas de zampar desayunos.

Y para los que aprecien las mega-construcciones el Puente de La Constitución de 1812, que con sus 540 metros, es uno de los más largos de Europa.

Dónde comer

Hay varios sitios donde comer unas buenas tapas en la ciudad. Pero no voy a agasajaros con nombres, (para eso os dejo con un listado del periódico El País). Sólo os voy a proponer:

  • Casa Manteca (Calle Corralón de los Carros, 66). Toda una eminencia en Cádiz, en el barrio de La Viña. La decoración y el sabor a antigua tienda de ultramarinos dice mucho del estilo de bar. El queso payoyo con mermelada de espárragos trigueros está de muerte.
  • La punta del sur (Calle San Félix, 11). Siguiendo en La Viña, se trata de un pequeño bar con una calidad espectacular. Ha recibido varios premios. Un buen sitio para tomar unas tortillitas de camarón o un tataki de atún.
  • Freiduria Marisquería Las Flores 1 (Plaza Topete, 4). Si te gusta el pescaíto frito este sitio es muy popular en la ciudad, y en una plaza con encanto.

Curiosidades

Hablar del viento es común en Cádiz

Dicen que Cádiz es una ciudad disputada por el amor de dos vientos que intentan cotejarla, el de levante y el de poniente. Es una manera con gracia de decir que es una ciudad en el que el viento tiene un papel protagonista.

De hecho, los gaditanos ya eligieron, y están enamorados del viento de poniente, que viene del mar, es mucho más fresco, limpio y permite ir a la playa.

Supongo que por ese motivo, el despechado viento de levante, trata a la ciudad con desprecio. Cuando visita la ciudad las temperaturas son altas, el cielo no está limpio y en la playa se levanta la arena con especial virulencia. Se trata de una venganza en toda regla.

Los nombres de la ciudad

Además, ha sido llamada de muchas maneras por la sabiduría popular: desde «Sirena del Océano» por el poeta romántico Lord Byron, a la más popular «Tacita de Plata«. O simplemente, «Cai«.

Tacita de Plata, se cree que puede venir de un viejo asentamiento fenicio. El nombre griego era Kado (κάδος), que quiere decir taza, vaso o recipiente. Y lo de plata, podría ser porque las “Columnas de Hércules” serían de plata.

Otra explicación popular es que los reflejos del sol en el mar al atardecer le dan ese nombre.

Las torres miradores

Las torres miradores son una de las señas de identidad de Cádiz, mostrando la importancia que tuvo el comercio en el siglo XVIII. En la actualidad, existen más de 100 miradores.

En su día las utilizaban los comerciantes para otear el horizonte y controlar la llegada de los barcos a puerto.

Existían diferentes tipos, desde las humildes terrazas, a las que tenían garitas para proteger de las inclemencias del tiempo.

Los maremotos

Pero no todo es de color de rosa en la ciudad, y es que la ciudad tiene peligros asociados al mar y el calentamiento global. De hecho, en 1755 un maremoto sacudió la costa gaditana, con una ola que llegó a los 2,5 metros en algunas calles. En el barrio de la Viña, aún se puede ver señales donde marcan el nivel del agua.

Haz el amor…

Y para finalizar esta entrada, que espero os haya gustado, me pareció muy curiosa la manera de reutilizar los antiguos cañones. En varios edificios se pueden ver cañones reutilizados como esquineros.

davidsantes

Érase una vez un tipo normal con una gran pasión, viajar. Esta pasión a su vez alimentaba su curiosidad, y como tenía muy mala memoria lo dejaba todo plasmado en otra aficción, la escritura. Este tipo normal también era un loco de la fotografía, con lo que al cerrar el círculo lo transformó en un blog.

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