Es probable que Burgos sea una de esas ciudades que, normalmente, pasa inadvertida para el público mayoritario. Sin embargo, esa característica tan común, no es su único atractivo, ni mucho menos.
Esta ciudad castellana, tiene tres bienes declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, y no son muchas las ciudades de este tamaño las que pueden decir esto.
¿Y cuáles son estos tres tesoros que nos aguardan en esta coqueta ciudad?
- Desde 1984 su espectacular Catedral tuvo el reconocimiento internacional por la Unesco. Posteriormente, allá por 2014, ese reconocimiento se extendió al Centro histórico burgalés, algo no demasiado conocido por los propia gente de la ciudad.
- En 1993, la provincia contó con su segundo reconocimiento, el Camino de Santiago. A través de 112 kilómetros, el Camino francés, el más tradicional de todos, atraviesa campos y pueblos con muchísima historia dentro de la provincia de Burgos.
- Ya entrado el siglo XXI, concretamente en el año 2.000, pero con una importancia que se remonta a cientos de miles de años atrás, nos encontramos con el tercer patrimonio de la Humanidad. Se trata de los Yacimientos de la Sierra de Atapuerca, en donde nos adentramos en los primeros vestigios conocidos de nuestros antepasados en Europa.
Pero veamos los puntos más interesantes de la ciudad con más detenimiento.
El castillo y las mejores vistas de la ciudad
Si lo que quieres es observar la mejor perspectiva de la ciudad, te aconsejo que subas al Castillo de Burgos.
El Castillo de Burgos se encuentra en un cerro con un amplio dominio visual del valle del río Arlanzón, siendo un emplazamiento estratégico que ya fue aprovechado desde tiempos prehistóricos.
La primera fortaleza fue levantada en el año 884 por el conde Diego Porcelos, a petición del rey Alfonso III. Su enclave era estratégico para frenar a los musulmanes. Con una estrategia cristiana de repoblación, este fue el origen, y desde aquí, comenzó a crecer la ciudad.
Sus cimientos, pueden contar muchas historias, ya que fue desde una residencia real, a un bastión de comuneros, o un centro de operaciones del ejército francés cuando la invasión napoleónica.
Hoy en día su figura no es tan imponente como antaño, pero es un excelente lugar de recreo, donde se realizan conciertos y exposiciones.
La antigua muralla
Como otras tantas ciudades castellanas, Burgos era una ciudad amurallada. La ciudad fue creciendo como las capas de una cebolla, y cada vez que se iba extendiendo, se iban construyendo nuevos cercos, más grandes y mejor protegidos, ya que el avance de la tecnología bélica así lo demandaba.
La ciudad llegó a contar con unas murallas de 3.500 metros de longitud, 12 puertas de acceso y casi cien torres de defensa.
Sin embargo, a partir del siglo XVIII, se comenzaron a derribar varios puntos para expandir la ciudad. Aunque hoy resulta totalmente incomprensible este tipo de decisiones, en su momento fueron necesarias, ya que la falta de salubridad de los casos históricos podía costar la vida de sus habitantes.
Aún se conservan tramos importantes, y puertas como Santa María, San Gil, San Juan, San Esteban o San Martín.
La catedral de Burgos, una joya que impresiona
Sin lugar a dudas, la Catedral de Santa María de Burgos ha sido desde hace siglos la mejor embajadora de la ciudad.
Se trata de una preciosa catedral de estilo gótico francés, la primera en toda la península (comenzó en el año 1221). Siguió los patrones góticos de otros grandes templos, como el de París o Reims, y su estilo marcó las bases para otras catedrales en los reinos de Castilla y León, como son la Catedral de León o la de Segovia.
En su interior se guardan grandes tesoros, y no sólo por sus materiales, sino por su valor histórico, como puede ser la tumba del Cid Campeador.
Pero si el interior es digno de mención, el exterior te deja sin habla. Una enorme obra de arte, que pone a Burgos en un muy bien lugar dentro de la liga de las mejores catedrales del mundo.
Una enorme obra de arte, que pone a Burgos en un muy bien lugar dentro de la liga de las mejores catedrales del mundo
Un casco histórico con solera
En los alrededores de la Catedral se encuentra el centro histórico de la ciudad, otra de las joyitas que nos guarda Burgos.
El centro está excelentemente cuidado, con muchas calles peatonales y plazas con bares y terrazas. Y como la ciudad tiene un tamaño mediano, es un placer hacerlo caminando.
Quizás no haya mejor manera adentrarse en el Casco histórico que por la Puerta (o arco) de Santa María. Se trata de uno de los monumentos más emblemáticos de Burgos, y no es para menos, pues su espectacular estructura medieval, nos traslada a una época de caballeros y espadas.
La puerta, del siglo XIV, es un arco triunfal, en donde descansan estatuas de célebres personajes de la historia burgalesa, como el omnipresente Cid Campeador. También hay una estatua del emperador Carlos I, al cual el arco rinde homenaje, para congraciarse con él tras las revueltas comuneras.
Adentrándonos en el Casco histórico, es muy probable que el centro neurálgico de la ciudad sea la pintoresca Plaza Mayor (o también conocida como Mercado menor), donde también se encuentra el Ayuntamiento.
Pero no es la única plaza, así que te animo a descubrir otras, como las que se encuentran alrededor de la Catedral (Plaza de Santa María, o la Plaza del Rey San Fernando), o la alargada Plaza Huerto del Rey, donde tomar algo en cualquiera de sus terrazas.
Pero la cosa no queda solamente en plazas. Y es que en el centro de la ciudad podrás visitar otros espacios interesantes como El Palacio de los Condestables de Castilla (llamada popularmente La Casa del Cordón) la Plaza del Mio Cid y el Teatro Principal, o varias iglesias de imponente presencia.
Los parques y jardines
Es cierto que las inclemencias del tiempo, hacen de Burgos una de las ciudades más frías de España en invierno. Pero a partir de primavera los rayos de sol hacen invitan a pasear. Y Burgos tiene unos cuántos sitios para el recreo.
El paseo arbolado más céntrico de la ciudad es El paseo del Espolón. Se considera el salón de la ciudad, y conecta el Arco de Santa María con el Teatro Principal. El paseo fue creado en el siglo XVIII, y hoy en día es habitual ver a gente mayor en sus bancos.
A un lado del Paseo del Espolón se encuentra el Puente de Santa María, sobre el Río Arlanzón. Desde este puente hay una magnífica vista del Arco de Santa María.
Si seguimos el río Arlanzón, llegaremos al Parque de La Isla, de corte romántico, con un parecido bastante razonable al Parque de la Taconera de Pamplona. Se construyó a las afueras de las murallas, para deleite de los habitantes, aunque ahora ha quedado plenamente integrado en la ciudad.
Aunque sus dimensiones son humildes (desde el puente de Castilla hasta el puente de Malatos), es un espacio de relax muy bello, con resquicios de antiguos monumentos.
De hecho, en el parque se puede aprecia la portada románica de la iglesia de Nuestra Señora de la Llana, o los Arcos de los Comendadores o de Castilfalé, cedidos por el Conde de Castilfalé.
Un museo para evolucionar – MEH
Es cierto que la ciudad tiene un tono marcadamente medieval, historias como las del Cid dan buena cuenta de ello. Pero la ciudad de Burgos ha sabido explotar sus antiguas historias para hacerlas presente.
Una prueba de ello es el Museo de la Evolución Humana – MEH, situado en la vereda del Río Arlanzón, en el agradable Paseo de Atapuerca.
Este museo nace con la necesidad de preservar y estudiar los restos arqueológicos recogidos en los yacimientos de la Sierra de Atapuerca. Hoy en día, es el museo más visitado de Castilla y León, y uno de los más visitados de España.
El edificio de cristal también es digno de nombrar, y ha recibido numerosos premios. Resulta interesante el contraste de un Centro histórico medieval, que en lado opuesto albergue un edificio tan moderno, y que a su vez este preserve un legado tan antiguo.
Pero la ciudad de Burgos ha sabido explotar sus antiguas historias para hacerlas presente.
Burgos, ciudad de monasterios e iglesias
No es ningún secreto que Burgos tiene un patrimonio de iglesias y monasterios enorme.
Por ejemplo, cerca de la Catedral, se encuentran dos hermosas iglesias góticas: la Iglesia de San Esteban y la Iglesia de San Nicolás de Bari.
Monasterio de las Huelgas Reales y la Cartuja de Miraflores
Pero si nos alejamos un poco del centro, podremos acercarnos a una zona con muchísimo encanto, en donde se encuentra el Monasterio de las Huelgas Reales, fundado en 1187.
Esta joya gótico – románica está habitada por la congregación de monjas cistercienses de San Bernardo. Si tienes tiempo, merece la pena acercarse hasta aquí.
Además, la Plaza del Compás, que se encuentra al lado del monasterio, también es preciosa, con su estilo de piedra y ambiente clásico, perfecta para tomarse una cerveza o un café.
Otro monasterio espectacular, es La Cartuja de Miraflores, a unos 3 kilómetros de la ciudad, y situado en una loma del mismo nombre. Por afuera destaca su estilo gótico, y en su interior, los panteones reales de los padres de la reina Isabel la Católica y el Infante Don Alfonso.
Dónde y qué comer
Los manjares de la zona son potentes. Olvídate de ensaladas, o pintxos como la Gilda en San Sebastián – Donostia o Bilbao. Supongo que las inclemencias del tiempo, y el origen medieval de estos platos, hacen que sean tan calóricos. No obstante, hoy en día en cualquier sitio te puedes tomar un pintxo de tortilla, unas croquetas o una ensaladilla rusa.
Aquí los alimentos que mandan son:
- Chorizo.
- Morcilla.
- Lechazo asado, un cordero joven.
- La olla podrida, un guiso de alubias con cerdo, chorizo y vegetales.
- Sopa castellana, con pan, ajo, huevo, chorizo y jamón, entre otros
Tres son las zonas más conocidas del centro de la ciudad para tapear:
- Calle San Lorenzo – Los Herreros: probablemente la más frecuentada de la ciudad, con bares tan famosos como el Mesón de los Herreros (hay que probar el «cojonudo») o el restaurante La Amarilla.
- Calle Avellanos y La Flora: La Favorita, con un punto más de nivel en la presentación que el resto.
- Calle Sombrerería y La Paloma: algunos de los más conocidos son el Mesón Burgos, la Cervecería Morito, el Rimbombín o Pecaditos.
De todas maneras, a nivel gastronómico, hay muchos más sitios en la ciudad que merece la pena visitar. Habrá que volver 🙂
Curiosidades de la ciudad
Por último quería comentar que me sorprendió la cantidad de estatuas de bronce que adornan la ciudad, con una temática muy diversa. Desde típicos personajes de la cultura burgalesa tradicional, hasta estatuas con un tono mucho más alegre y divertido.