Camino de Santiago. Etapa 12: Sarria – Portomarín

Camino de Santiago. Etapa 12: Sarria – Portomarín

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Etapa sin ninguna dificultad reseñable, aunque quizás la gente que comience en Sarria no piense lo mismo, es lo que tiene acostumbrarse los primeros días. A través de sendas rurales y pistas asfaltadas se recorren varias aldeas que dan una pista al caminante de lo qué ofrece Galicia.

Características de la etapa

  • Etapa 11: Sarria – Portomarín
  • Kilómetros: 22,4 km.
  • Dificultad: baja.

El inicio

Dejamos atrás Sarria para comenzar nuestro trayecto diario. Lo primero que notamos respecto a los días anteriores es el aumento exponencial de peregrinos. Si bien es cierto que el camino es muy bonito, pierde en autenticidad. Como una película de zombis comenzamos a andar junto a la muchedumbre.

Por suerte el camino nos regala sitios mágicos entre As Paredes, Vilei, Barbadelo, Mercado da Serra, Leiman o Morgade.

La Galicia Rural, los hórreos y el paisaje

Seguimos avanzando por pequeñas aldeas con servicios muy básicos como Ferreiros, Mercadoiro o Moutrás, pero con mucho encanto.

En estos espacios podemos disfrutar de la Galicia rural. Aunque estos pueblos económicamente tienen en parte viven del Camino de Santiago, eso no les resta encanto.

Una de las características de la zona son los hórreos. Como ya comenté en la etapa entre O Cebreiro y Tricastela se tratan de construcciones destinadas a la protección y salvaguarda de los alimentos. Están elevados sobre unos pilares para evitar la entrada de humedad y de animales. Estas construcciones son típicas de Galicia y Asturias, aunque se pueden encontrar en todo el norte peninsular.

Los hórreos tienen reminiscencias paganas. Su origen se remonta siglos antes del cristianismo. Por ese motivo muchos hórreos están adornados en su parte superior por unos pináculos. Estos pináculos cumplen una función de protección frente a malos espíritus y meigas. Otros tantos hórreos adoptan en uno de los extremos la cruz cristiana y en el otro el pináculo pagano, 2 en 1 en protección.

Además de estas estructuras y aldeas de estilo románico, nuestro paseo nos conduce entre pastos y bosques.

Otros tantos hórreos adoptan en uno de los extremos la cruz cristiana y en el otro el pináculo pagano, 2 en 1 en protección.

Fin de la etapa: Portomarín

En Vilachá realizamos un brusco descenso que nos acerca hasta el río Miño. Poco a poco nuestro destino se encuentra más cerca.

La entrada a Portomarín es una de las estampas que queda grabada en el recuerdo del viajero: un enorme puente solventa el desnivel. Abajo queda el embalse que en estas fechas apenas lleva agua.

En 1962 se construyó el embalse de Belesar, con lo que se reubicó el pueblo en el actual espacio. Además se reconstruyeron algunos de los edificios más importantes, como la iglesia de San Nicolás. El antiguo pueblo quedó inundado bajo las agua.

Sin embargo con la enorme sequía que se ha sufrido este verano se pueden apreciar los cimientos de las casas, así como diversas construcciones.

La entrada a Portomarín es una de las estampas que queda grabada en el recuerdo del viajero: un enorme puente solventa el desnivel

Una vez pasado el enorme puente, la entrada a Portomarín es espectacular. Cuando se construyó el pantano se trasladó uno de los arcos del viejo puente de estilo románico como paso de bienvenida a la villa.

En Portomarín nos alojamos en el albergue Aqua. El alojamiento está muy bien y está impecablemente limpio. Por 10 euros es un buen sitio para dormir, aunque su dueño es particular (tendréis que descubrirlo por vuestra cuenta).

Si tuviera que elegir lo mejor del pueblo… diría que son las vistas al embalse y la iglesia de San Nicolás. Como puntos negativos creo que en la plaza principal del pueblo, donde se ubica la iglesia de San Nicolás, se come bastante mal. Es mejor ir a comer al Restaurante Pérez, un poco más alejado pero con más calidad.

Las curiosidades del día

Buen marketing gallego:

davidsantes

Érase una vez un tipo normal con una gran pasión, viajar. Esta pasión a su vez alimentaba su curiosidad, y como tenía muy mala memoria lo dejaba todo plasmado en otra aficción, la escritura. Este tipo normal también era un loco de la fotografía, con lo que al cerrar el círculo lo transformó en un blog.

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